LA MISIÓN
Y un ángel le dijo a otro pequeño ángel, recién nacido:
—Mira allí abajo. Algún día harás llorar a alguien, le harás añicos el corazón, harás que el mundo le parezca el lugar más injusto y cruel que jamás haya conocido. Querrá que te quedes, luchará y hará cuanto pueda para conseguirlo, pero será inevitable tu partida. No olvides que a todos se nos da un tiempo y, aunque a aquel destinado a amarte no se lo parezca, el momento de tu marcha será el más indicado. Él nunca lo aceptará porque nunca estará preparado, pero le habrás acompañado el tiempo suficiente para enseñarle a amar incondicionalmente, por encima de él mismo, para demostrarle que aún quedan cosas hermosas que proteger, para hacer más grande su corazón, para darle el cariño que otros no supieron darle. Tu regalo será el más grande que nunca haya recibido, algo que no compra el dinero, que no puede sustituirse por nada. Estamos hechos de amor puro y solo somos para quien demuestra merecerlo; los demás, ni tan solo llegarán a verlo.
»Tu misión es muy importante, porque tú y otros como tú harán el mundo más compasivo, llevaréis la inocencia y la ternura allí donde los hombres no la recuerdan. No permitáis que lo olviden, será su salvación y la única manera en la que encontrarán la felicidad que no tienen.
»Mira allí abajo y escoge a alguien a quien amar, a quien abrirle los ojos, y vuelve feliz si lo has conseguido, porque ese a quien escojas, algún día, volverá a estar contigo.
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